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UNA BALA EN LA CABEZA

 

   Cuando creía que todo lo peor de Stallone ya lo había visto, asimilado o intuido, de la mano de Walter Hill trae a las pantallas este engendro de película con aires de blockbuster de vídeo y un tufillo de cine de serie b de los ochenta, aunque esto último sería casi un piropo si lo hubiera logrado.

 

   Pero ni Stallone está a la altura de ello, ni Walter Hill está en condiciones de darnos un título digno de su buena mano que antaño funcionaba bien y ni el guión ni la historia nos motiva, atrae o convence. Tiene la película numerosos fallos, baches, simplezas y despropositos para clasificarla entre lo peor de la filmografia de Stallone, que tiene bastantes, y la peor película con diferencia de su director.

   

  Atrás quedaron dignos títulos de los ochenta donde Walter Hill demostró que una buena fórmula bien aplicada dejaba buenos dividendos en taquilla y además creaba escuela. "LÍMITE 48 HORAS","CALLES DE FUEGO" o "DANKO" fueron buenos ejemplos, incluso una reciente como "EL ÚLTIMO HOMBRE" era una digna y entretenida película. Pero ni de lejos "UNA BALA EN LA CABEZA" llega a igualarse a títulos tan simpáticos y llenos de homenajes como "TRAICIÓN SIN LÍMITE" donde Walter Hill aglutinó los típicos y tópicos clichés del cine de los 80. Debe ser la edad, o el guión o simplemente que ya no hay cabida para semejante atrocidad como ésta.

 

   Lo mismo se puede decir del hiperanabolizado de Stallone. Fuera de sitio y haciéndonos creer que aún mantiene su estatus de estrella de acción. Hasta las locuras de sus dos entregas de "MERCENARIOS" son infinitamente mejores que este pseudothriller de andar por casa. A diferencia de su amigo Schwarzzenegger con "EL ÚLTIMO DESAFÍO", donde demostraba estar coherente a su edad y tono de la película, Stallone aún no se ha enterado que su tiempo de llenar paredes con sus posters ha pasado. La historia es un sinsentido que dista mucho de una película policiaca o de gansters. Se empeña en todo momento de convencernos de lo duro que es y a la vez el padre que intenta ser. Que puede con todos los malos incluso cuando él es uno de ellos. Hasta en eso ha fallado el guionista, el director o quien quiera que se responsabilice de esta pifiada trasnochada, los villanos estan desdibujados, son todavía más caricaturescos que el propio personaje principal. El compañero de fatigas de Stallone es otro más que baila al compás de la paranoia que envuelve a la película. Nada encaja ni tiene sentido por donde cogerlo.

Jason Momoa, vendido como el próximo Schwarzzenegger o Stallone de la década, es una pieza alocada que va dando tumbos al ritmo de una historia sin pegada. Ni siquiera en las escenas de acción vemos algo de cordura. Están mal resueltas y coordinadas, con trampas al espectador que lo catalogan como a un estupido al que se le puede colar cualquier burrada.

 

   La trama, si se le puede llamar como tal, nos presenta a un sicario que es traicionado por sus propios jefes. Aliandose con un policía, que no parece querer trabajar con los demas policías ya que también están confabulados, van matando poco a poco a todos los que tuvieron que ver con la traición al protagonista. Todo un argumento de premio. Para dar un toque tierno, Stallone hace de padre de una hija tatuadora a la que nunca a prestado caso, cosas de Stallone.

 

   La película se puede resumir como una sincera perdida de tiempo que sólo deja lugar a una duda: mientras rodaban esta película nadie dijo en voz alta ¿Que demonios estamos haciendo?

 

Por Oskar C. Segura

 

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