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IRON MAN 3

El universo Marvel tiene buena salud, al menos en lo referente a su franquicia sobre Iron Man. La saga ha quedado compacta y bien acabada con esta entrega final, donde el héroe, Tony Stark, parece haber redimido sus miedos y afronta el futuro sin su núcleo del pecho que le mantiene con vida.

 

   También ha cerrado el círculo que se mantenía abierto durante todas las entregas de su relación con su ayudante, la Srta. Potts, con la cual se casa. Toda su mansión y armaduras son destruidas o por el villano de turno o por el mismo para demostrar a su nueva pareja que renuncia a su pasado. Es por ello por llevó que esta parte de la trilogia, por ahora..., tiene un aire de fin de ciclo. De etapa cerrada sobre el origen, presentación y madurez de IronMan como superheroe. Aquí se nos presenta con miedos y ataques de ansiedad cada vez que recuerda lo sucedido en Nueva York junto a los Vengadores. Es la única película de la saga que hace constantes alusiones al nexo entre franquicias, como dando a entender al público que ya todas las piezas de este engranaje llamado Marvel están unidas. IronMan fue la pieza básica sobre la que se han cimentado las demás: Thor, Capitán América, Vengadores como sus secuelas. Sigue rompiendo taquillas como superheroe en solitario.

   

   Como película, esta entrega ya no está dirigida por Jon Favre, que mantiene su papel de guardaespaldas de Tony Stark, pero no se resiente y prueba de ello es que el tono de la serie no baja, es más tiene momentos de auténtica magia. La cinta es agradable y se deja ver sin sobresaltos, quizás hubiera echo falta un poco más de mala uva y profundidad al villano, el auténtico villano pues no es que todos pensamos al comienzo del film. El secreto, claro, es Robert Downey Jr. que está sublime y tiene los mejores diálogos y frases de toda la saga. El tono pesimista y derrotado le da más humanidad al personaje y consigue engancharnos a la historia de manera magnífica.

 

   En esta ocasión se nos presenta al héroe con la verdad de su existencia, pues se da cuenta de que sólo es un hombre tras una armadura, no tiene superpoderes innatos y llega a mostrar una dependencia casi agresiva por su traje de acero, donde puede aplacar sus miedos.

La trama por otra parte no es novedosa, villano terrorista con ansias de venganza desea convertir el mundo en general y la vida de IronMan en particular en un caos. Pero lo que sí es novedoso es el personaje que interpreta Ben Kinsgley, que dá un giro de 180 grados al enfoque de la película, sólo mencionar para no destripar la sorpresa, que Kinsgley y Downey Jr realizan la escena más cómica de la película.

   

   IronMan siempre ha sido canalla, sarcastico y chulesco, aquí nos da un nuevo tono que refresca la saga tras la segunda parte que fue nada más que una continuación simplona de la primera entrega. IronMan 3 es muy superior, se ríe de sí misma y presenta al héroe con sus temores y miedos como en los comics, aunque el tema del alcoholismo nunca saldrá reflejado.

 

   Tiene escenas, junto al niño que le ayuda sobre todo, que redondean la película y forman el broche final digno para cerrar la trilogia de manera brillante. La saga IronMan ha quedado bien si no se sacan de la manga una nueva entrega. El hecho de que Tony Stark ya no utilice el núcleo vital de su pecho, que esté casado con su ayudante Potts, la cual desde ahora parece poseer un verdadero superpoder interno a diferencia de su marido, y que todo el final de la película tiene cierta aura de despedida, hace que nos planteemos esta entrega como el título final de la saga. Ahora sólo deberíamos ver sus nuevas canalladas en la franquicia de los Vengadores.

Por cierto, a diferencia de las otras entregas, aquí no hay escena final tras los títulos de crédito. Inquietante...¿No?

 

Por Oskar C. Segura

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