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EL JUEGO DE ENDER

Por Oskar C. Segura

Estamos ante un nuevo caso de polémica adaptación al cine de una famosa y prestigiosa novela. La discusión de siempre sobre si el libro es mejor, si la adapatación ha sido fiel o si sólo se ha aprovechado el tirón. Bueno, respecto al último termino ya os digo que no, pues a diferencia de Potters, Crepusculitos y demás ñoñerias que se subían a la ola para seguir versionando las novelas que se publicaban, la saga de Ender hace treinta años que publicó su primera entrega. Tanta demora quizás era signo inequívoco de su complejidad o plasmación en imágenes. En mente tengo dos obras que tuvieron la misma losa pesada: 'La historia Interminable' y 'El nombre de la rosa'. Ambas complejas a la hora de trasladar el universo literario y sobre todo las referencias imaginarias que los lectores se habían creado. Una tuvo mejor fortuna a la hora de adaptarse. 

A Ender el peso de su fama le podía. Era difícil llevar al cine. Bueno, pues la espera ha terminado. Y a decir verdad se debería analizar esta película de dos maneras: para los que no han leído la novela y para los que sí.

Si eres de los primeros, estás ante un buen gancho para coger la primera entrega de las aventuras de Ender del gran Orson Scott Card. Si perteneces al segundo grupo, lo sé, estás indignado. Es la historia que siempre vamos a debatir en este tipo de films. La trama en la novela es mucho más amplia y estructurada. Los lapsos de tiempo son mayores que en el film. La narrativa de los personajes, sobre todo de Ender, es más íntima. La complejidad psicológica del protagonista principal es el motor de la novela, elemento harto difícil de llevar a la pantalla sin hacer alicaer el ritmo del film. Los múltiples personajes secundarios tiene un peso específico mayor en la novela e inducen al comportamiento de Ender. La lista es interminable en cuanto a diferencias de desarrollo entre una y otra.

 

Por lo que toca ver la película con ojos sin prejuicios (sé que es complicado). La historia en el film se acelera para una mayor explotación de las escenas cumbres que, aunque a veces no lo consigue, son el mejor aliciente del universo de Ender. La sala de batallas, punto fuerte de la novela y donde vemos desarrollarse la personalidad del chico, queda reflejada de manera solvente pero no lo suficiente, pues tenía mucha más salida de cara al espectáculo. El guión, mano a mano entre Gavin Hood (director) y el propio autor de la novela, ha cogido los pilares básicos para tener una visión amplia pero no profunda del mundo de Ender. Lo curioso es que siendo Hollywood, hayan optado por los personajes en detrimento de lo visual (que cumple pero no asombra). Se ha intentado plasmar las relaciones de los personajes y no tanto en mostrar juegos de luces y explosiones por doquier. Pero le ha faltado alma.

 

Esa parte fundamental en la novela, las dudas del protagonista, sus temores, sus decisiones internas no han sido bien llevadas a la butaca. El espectador desconocedor del cosmos de Orson Scott, verá un film con muchas puertas sin abrir, subtramas que podrían dar más de sí. El seguidor de las novelas, se lamentará de la duración de la película, pues con unas cuantas elipsis se podría haber resuelto numerosos pasajes importantes de la novela. Se resolverían motivaciones de personajes y se darían por sentadas las bases para el desenlace (lo mejor del film y la novela). Pero lo que seguro que decepcionará al lector que vaya a ver la adaptación, es la oportunidad perdida para haber logrado lo que sí se consiguió con la novela de Umberto Eco, solided. Curioso es que el propio Orson haya colaborado en la redacción del guión y también sea productor del film. Pues estando al mando en esos dos enclaves, el resultado de su criatura es bastante desangelado.

 

En el film, Ender tiene el rostro de Asa Butterfield ('El niño del pijama de rayas', 'La invención de Hugo') que cumple para mostrar en bastantes momentos la dura personalidad de su alter ego. Las notas discordantes aparecen en las figuras de Graff (Harrison Ford) y de Mazer Rackham (Ben Kinsgley), dos personajes ambiguos en la novela que la imaginación del lector no podrá perdonar en pantalla, pues la pobre imagen que dan ambos, sobre todo Kinsgley, es de nuevo decepcionante. Su aportación al film más bien se debe a dar empaque al reparto, a tener un par de estrellas de relumbrón para aumentar la taquilla.

 

Gavin Hood ('Tsotsi', 'Lobezno: orígenes') coge con pulso el desarrollo del film, pero según pasan los minutos, la trama se resiente hacia un final previsible, no deja espacio al público para sorprender, y como un lastre, suelta el desenlace a sabiendas que todo aquello que no ha podido mostrar en pantalla quedará casi absurdo como epílogo final. No me cabe duda que una segunda parte se hará, pero lo triste es que no hayan tenido el valor de añadir unos 15 o 20 minutos, una novela como ésta se lo merecía. Es increíble que de otros libros (¡¡'El hobbit' tiene apenas 300 pags. !!) se hagan trilogías de más de 10 horas, y aquí se haya optado por la versión ligth y edulcorada.

 

La gran apuesta en sí, es llevar una polémica novela que habla del uso de niños con fines militares. Utilizar las aptitudes innatas de niños para el manejo de sofisticadas tecnologías está más que demostrado en la realidad, y no menos escalofriante es el hecho de constatar en un film, con pequeños mensajes anti-bélicos, que los genocidios están justificados. En realidad todo gira sobre eso, en la creación de un lider que sea capaz de aniquilar, asesinar y destruir sin miramientos, tanto en la novela como en la pantalla. Un tema bastante tabú en la falsa sociedad yanqui.

 

En resumen, 'El juego de Ender' sólo servirá a aquellos que no hayan leído las novelas (la mejor es la primera ya lo advierto) para descubrir la genial saga de Orson Scott Card. Y a los que sí han disfrutado de la palabra escrita, sólo decirles que yo también lo lamento: ha sido una oportunidad perdida.

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